Nos dijeron que mirarse al espejo estaba mal.
Que era de engreídas.
Que si aún nos mirábamos igual, la otra, la del espejo nos cautivaría y tomaría posesión de nosotras y no sé cuántas historias y leyendas de terror más.
Y al ser parte de esta generación omitimos mirarnos o lo hicimos a escondidas. Y por tanto no supimos que estábamos comunicando con nuestra imagen. Se nos formaron arrugas que desconocemos el por qué.
Mirarnos al espejo ayuda a que sepamos cómo y que comunicamos, y por tanto nos ayuda a cambiar aspectos que no nos agradan.