Pasados unos años, la piel, el cuerpo y el cabello habrán cambiado. Lo que seguro no ha cambiado es nuestro ser.
Sin importar la edad cronológica desearás verte y sentirte bien.
¡Manos a la obra!
Ten en cuenta el color de tu rostro, en el invierno nos vemos más pálidas, por ello es necesario que si usas algún tinte de cabello prefieras algún tono miel, que te dulcifique y realce en lugar de endurecer los rasgos con tonos oscuros o grisáceos.
Los colores que llevas al cuello impactan directamente en tu rostro, no dejes de utilizar tonos vivos que contrasten con el resto de la vestimenta. Sin importar si utilizas gris, beige, azul o negro busca realzar con un accesorio que te de un aire fresco. Los pañuelos son ideales en invierno y ayudan a poner una nota de color.
El cuerpo no es el de antes, por tanto usa prendas que sean de tu talle, ni enormes ni pequeñas.
Realza esa parte de ti que está en equilibrio con colores claros y texturas llamativas. Disimula lo que no conserva el equilibrio con tonos neutros u oscuros (cuando es un volumen grande).
¡Atrévete a lucir!
¡Acompasa la imagen con la vida!
No es necesario que vistas toda de un solo color o que no utilices prendas de moda. Anímate, pero que solo sean aquellas que te gustan y apruebas al espejo.
Ese color que te gusta, es seguro que es aquel que te brinda sensación de bienestar. Recuerda que todos los colores poseen un impacto emocional. Bastará con utilizar un detalle, accesorio o prenda en el tono indicado y este impactará en el estado anímico.
Si deseas entablar comunicación con los demás y compartir en grupo prefiere los tonos anaranjados y amarillos.
Cuando necesitas de un espacio de soledad, para mantenerte fuera del influjo de opiniones y deseos de los demás, utiliza tonos turquesa y verdes.
Si estás saliendo de una situación difícil y has perdido mucha energía, recurre a los tonos rojizos.
Cuando la calma sea necesaria prefiere los tonos azul celeste.